La prueba del ácido, de Élmer Mendoza.
abril 5, 2012
Mientras que en la prensa mundial, otros países destacan por notas relativas a extremismo religioso, políticas migratorias o actos de terrorismo, en el caso de México la mayoría de las notas en los medios internacionales, versan sobre el tema del narcotráfico. Supongo que tal sesgo tiende a basar la imagen internacional del mexicano en la figura del Narco, y ha sido el escritor sinaloense Élmer Mendoza quien ha encabezado la vanguardia literaria nacional que asume tal sesgo y lo aborda como temática central.
Así es también como la novela policíaca – ésa máquina de leer, bien engrasada – se vuelve el género obligado de la narcoliteratura, aumentando sin embargo varias dificultades: primero, el reto de su credibilidad, dada la falta de credibilidad de la policía mexicana, y luego la innovación tanto formal como temática en un género tan sobado como la novela negra. Ante dichas dificultades Élmer logra continuar una carrera novelística en constante ascenso, y aunque tal vez se encuentre en su mejor momento hasta la fecha, es probable que todavía no haya alcanzado su cúspide como escritor.
En esta ocasión, el autor nos presenta otra aventura del “Zurdo” Edgar Mendieta, detective sinaloense de inevitable simpatía, antihéroe patético capaz de recibir golpizas de tipos aún más patéticos que él, mientras avanza entre un reguero de muertos que se le abre por delante conforme avanza en su investigación, en un escenario de cárteles de la droga y la política, con gusto de camarones, cerveza y aguachile, para refrescar nuevamente la escena internacional del género negro, como ya lo ha hecho en sus libros anteriores, sometiendo a sus lectores a un corrosivo e ineludible simbólico de la realidad actual.
Mario de la Cruz Arreola
DataLab
julio 2, 2010
Los puños de los niños poetas
junio 10, 2010
Los olores de Johana
junio 6, 2010
Johanna González Bernáldez
El olor a pintura de aceite y a tiner cuando mi abuelo cada anio pintaba la casa (era de rigor cada anio)
El olor a monedas viejas que guardaban en botes al andar husmenado las cosas de mis abuelos (y que ya ni valen jaja)
El olor a Atun cuando lo curtes en limon al preparar ceviche
El olor a carne asada en el ambiente, cuando recorro los fraccionamientos
El olor a Gel antibacterial Cuando vas entrando a cada area del Hospital
El olor a Caldo de res con verduras cuando entraba a la casa de mi abuela despues de llegar de la escuela.
El olor a Tabaco cuando abres por primera ves una cajetilla (aunque no fumo) me encanta olerlo.
El olor de las reliquias y las piezas de ceramica de mi abuela al abrir la puerta de la vitrina Tantos anios almacenados en esa vitrina 🙂
El olor a naturaleza cuando ibamos a Sierra de Juarez a acampar.
El olor a sangre en mis rodillas y codos cuando me parti la madre en el patin del diablo en mi infancia.
Los olores de Lilia
May 26, 2010
Los olores de Paulina.
May 25, 2010
El olor en las tiendas pequeñas y grandes, pero siempre poco iluminadas, donde se venden dulces y cosas para fiestas.
El jugo de uva derramado en las vinícolas.
Los gatos recién nacidos y todos sus fluidos.
Las cavas de San Antonio de las Minas.
El horno de las pizzas de leña cuando se abre para sacar la siguiente, con alcachofas.
Las áreas de terapia intensiva.
Lo que Agustín Yáñez llamaba «al filo del agua» cuando entra por la ventan y llena los espacios.
Los cuadernos y libros que se abren el primer día de clases.
Las tortillas de maíz dorándose en un asador, a media tarde.
El que percibo que surge de mi cuello y mis hombros cuando apareces.
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Paulina De la Cueva